El reto de las pensiones es un problema estructural. Y avanzamos desde ya que en este artículo no se abordarán soluciones. Sencillamente porque no hay una propuesta sencilla de aplicar. Porque es un desafío que afecta a todos los países desarrollados. Europa, Japón, Estados Unidos… la población en general está envejeciendo. Según proyecciones de las Naciones Unidas, para 2021 Europa pasará de crecer a contraerse.
Las personas cada vez tienen menos niños, pero es que además la fuerza laboral está envejeciendo. Tras la crisis casi 4 millones de personas han vuelto a tener un empleo en Japón. ¿Los más jóvenes? Al contrario. La franja de 15 a 44 años ha caído en casi 2 millones de empleos. La de 45-64 ha crecido en 2 millones y la de mayores de 65 años en 4 millones. Lo mismo está ocurriendo en Estados Unidos. Hay el doble de OAPs (old age pensioners, o personas en edad de cobrar una jubilación) que de adolescentes en la fuerza laboral norteamericana.
Pero la prolongación de la vida laboral de las personas tiene un coste. Mantenerse en el mercado exige reciclarse, reentrenarse, incluso iniciar una carrera completamente distinta. Y eso supondrá una hipotética rebaja temporal en el salario con cada cambio.
La coyuntura del mercado aflige incluso a los que se cuidaron de ir ahorrando para su jubilación. El poder adquisitivo en la zona euro se ha erosionado en la última década. El valor del dinero ha menguado mientras que el coste de los bienes ha escalado. Es una tesitura que los ahorradores han ido combatiendo, cada vez asumiendo más riesgo en sus carteras. Pero, ¿cuánto tiempo pueden seguir así? ¿Llegará el punto en el que ni siquiera baste eso? Es muy probable, como se aprecia en el gráfico que comparten desde Fidelity.
Con una mirada a cinco años, para batir a la inflación no es suficiente con liquidez, ni bonos del gobierno, ni deuda corporativa… ni siquiera emisiones de compañías con peor rating. Para como mínimo conservar el poder adquisitivo hará falta mirar a la renta variable.
Pero no todo el mundo puede ni debe soportar la volatilidad que viene asociada a la bolsa. Menos en la etapa previa a la jubilación. Porque supone condenar su calidad de vida a la lotería del cumpleaños. Pongamos dos personas que se preparan para su jubilación. A partir de los 50 años cada una contribuye 10.000 dólares al año a su ahorro con una rentabilidad del 3% anualizada. Ambas se jubilan a los 65 años. Pues la diferencia entre haber nacido en 1942 y 1944 -¡dos años!- es el doble de riqueza en el momento de la jubilación.
Se ha roto incluso la histórica norma de que para tener una jubilación sostenible la hucha del ahorrador puede soportar una retirada del 4% anual. Es algo que se puede permitir con una rentabilidad anualizada del 1,1%. Pero a los niveles actuales de rentabilidad en la renta fija, el nivel sostenible sería más bien un 2,4%.
De lo contrario, requerirá un esfuerzo de ahorro mayor. En Fidelity han elaborado una tabla representativa para calcular cuánto debe tener ahorrado en cada fase de su vida. España estaría a medio camino entre Reino Unido y Alemania ya que hay mayor cultura de vivienda en propiedad y la ayuda estatal es mayor.